Quedan tantas cosas por decir,
tantas cosas
cuando ya han pasado el gesto y las palabras
y sólo quedan, en los pliegues
de la noche, sólo quedan inquietos resortes,
los sueños de la gente buena
que salen a dar su paseo por el asfalto.
Quedan tantas cosas cuando
ya nada puede decirse
porque se ha retirado a su nido la paloma
y el misterio se guarda
en el nicho de oro,
y el canto, el cántico latino de la vieja coral
acaba cediendo
y se asila entre las notas arrastradas
del pueblo.
Cuando todo y nada queda
y la fiebre se desliza bajo la puerta
buscándonos porque alguien nos ha nombrado,
entonces suena el recuerdo
y el color de esa esquina marchita
que dejaron atrás las máquinas
en su avance estratégico hacia el fin del mundo.
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