Busco las miradas, quiero encontrarme en ellas, con ellas, para ser y para estar,
pero no las encuentro.
La gente ha perdido su mirada, o yo no sé encontrarla. Al fin y al cabo,
es lo mismo.
Entonces yo me esfuerzo, miro atentamente, unos segundos, y me devuelven hostilidad,
o ausencia,
indiferencia,
nunca sueños o nostalgia de otras miradas, nunca paz.
¿Seré yo el ausente, el nebuloso, el indeciso, el hostil?
¡Pero si no quiero nada! Sólo dar, un puente que mira desde uno a otro lado,
sobre el río,
cubriendo las aguas que encierran los secretos del agua
y recuerdo mi sueño: en tus ojos de agua
ya no se baña la luna.
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18 octubre 2010 en 14:31 |
Todo depende de con que ojos miramos…