MADERÍAS
Aquella espuma de mar
se burló de los matemáticos y de los filósofos.
‘Te toco y me voy,
te corro, te corro
y no me puedes retener’.
Los grandes señores no se percataban de aquella burla,
creían que las olas también
rendían homenaje a los juanetes.
Y hacían versos horribles
en sus claves binarias
a la inmensidad de los océanos.
No me atrevo a decir,
hablar, comentar, sonreír, ser…
Soy un aficionado y ¡hay tanto profesional
aguardando en la puerta!
Entonces, ¿qué haces? me preguntan,
me pregunto, mientras escucho
la última lección del tertuliano.
¡Imagino! (Iba a decir ideo, o ideifico,
pero seguro que chirría
como la rueda vieja de un carro sucio).
Me miran
como a un perro apaleado,
como si la entrada no sirviera para el circo
y fuera ya demasiado tarde para buscar otro refugio.
Así que devuelvo el dinero,
que es tan fungible como el alma
y me consuelo
leyendo en los ojos del tiempo
que el verano, este año, viene más seco que nunca…
Pasaron lo siglos.
La Tierra estaba ya hecha migas
con tantas heridas
que parecía un borrico de noria.
‘La solución es mezclar los estilos’
‘¿Cómo?’
‘Sí. Pintar y esculpir ‘
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